





Durante los gobiernos kirchneristas, el aparato militante celebraba como un logro extraordinario que el Ejército presentara, por ejemplo, una llama cargando una ametralladora MAG de 7,62 mm. Hoy, en contraste, el presidente Javier Milei presentó en Córdoba los nuevos aviones F-16 —una de las incorporaciones militares más importantes de las últimas décadas— y confirmó la continuidad del proceso de modernización de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, frente a este avance, gran parte del sector peronista salió inmediatamente a criticar la medida, incluso algunos dirigentes que difícilmente puedan explicar cuestiones básicas sobre aviación, pero que aun así opinan sobre aviones supersónicos con total liviandad.
Resulta llamativo el nivel de oposición automática: cualquier iniciativa del Gobierno que implique progreso, desarrollo o recuperación del orgullo nacional parece generarles incomodidad. Esa reacción permanente, casi reflejo, deja la sensación de que hay sectores que prefieren ver al país estancado antes que reconocer un acierto del actual Gobierno.
Lo que quedó en evidencia este fin de semana es que cuando Milei concreta acciones que fortalecen al Estado y la ciudadanía celebra, ciertos espacios políticos reaccionan con enojo y descalificaciones, como si el bienestar o el entusiasmo del pueblo argentino fuera un problema.
En MasContenidos.net creemos que el debate político debe existir, pero también debe basarse en hechos y no en estrategias destinadas a desacreditar todo progreso solo porque proviene de un adversario. El país necesita madurez, no obstáculos permanentes al desarrollo.
























