El reconocimiento a estos trabajadores y trabajadoras esenciales para la salud pública, surge en un momento histórico muy similar al que vivimos y en el que se puso en el centro de escena la importancia del agua potable y por consiguiente de su trabajo para la sociedad toda.

En 1871, la devastadora epidemia de fiebre amarilla demandó una de las primeras obras públicas de la República Argentina, los Servicios de Salubridad y Saneamiento pensados en función de la salud pública. Fue así que el 15 de mayo de 1874 se recuerda como la fecha en que se colocó la piedra fundamental de la Planta de Purificación de Recoleta, en Buenos Aires para brindar agua potable a unas 400.000 personas.

Muchos años pasaron y aquel acontecimiento fue rescatado y reconocido por el primer gobierno de Juan Domingo Perón, en 1947, que consagró al 15 de mayo como el Día del Trabajador de Obras Sanitarias. Años más tarde, el Ministerio de Trabajo de la Nación, durante una nueva gestión peronista, lo instituyó como el Día del Trabajador Sanitarista.

Hoy es un día de celebración, celebración por el trabajo, por su trascendencia social y por su importancia para la salud pública. Hoy nos encontramos en un momento histórico ante los mismos desafíos, conociendo nuestras responsabilidades para que cada chaqueño y chaqueña tenga agua potable en sus hogares como parte de las políticas públicas que imparten nuestros gobiernos nacional y provincial.

Esta ocasión también nos encuentra ante el inmenso deber de brindar reconocimiento a los sanitaristas, trabajadores esenciales en esta pandemia, sin cuya labor sería imposible llevar adelante todas las políticas sanitarias necesarias contra el Covid-19, que desde su llegada no ha dado descanso en su avance y hoy nos encuentra travesando la segunda ola.

¡Nuestro agradecimiento y gratitud a todas y todos los sanitaristas en su día!