El nuevo aliado de Capitanich para las elecciones es el conocido "Falopa", una persona con un extenso historial delictivo que incluye más de 20 causas por robos violentos

La decisión del ex gobernador Jorge Capitanich de llevar a cabo un acto político en un local de Barranqueras, propiedad de Héctor Eduardo Romero, alias "Falopa", ha desatado una ola de críticas y cuestionamientos sobre su juicio y liderazgo. Este individuo no solo es conocido en la localidad por su apodo, sino también por su frondoso prontuario delictivo, que incluye al menos 16 hechos criminales, entre ellos narcotráfico y robos.

La elección del local de "Falopa" para un evento político plantea serias interrogantes sobre los valores que Capitanich está dispuesto a aceptar en su entorno. Romero, con un historial que incluye múltiples detenciones por infracción a la ley de drogas, robos a mano armada y otros crímenes, representa lo opuesto a la imagen de un líder comprometido con la seguridad y el bienestar de la comunidad.

La controversia no se limita a la elección del lugar; también se extiende a la percepción pública de Capitanich y su conexión con figuras delictivas. Este acto no solo parece ignorar las preocupaciones de los ciudadanos sobre la seguridad, sino que también envía un mensaje preocupante sobre las alianzas políticas que el ex gobernador está dispuesto a formar.

Es inaceptable que un político de la talla de Capitanich, quien busca reconquistar la confianza de la población, elija un local que pertenece a un individuo con un pasado delictivo tan notorio. La relación entre Capitanich y "Falopa" no solo suscita dudas sobre la integridad del ex gobernador, sino que también refleja una falta de juicio en la selección de sus aliados y espacios de trabajo.

La comunidad merece líderes que se alejen de la criminalidad y que promuevan un entorno seguro y saludable. La elección de un local de un conocido delincuente no solo es un error estratégico, sino también una falta de respeto hacia los ciudadanos que sufren las consecuencias de la inseguridad. 

La pregunta que queda en el aire es: ¿Está Capitanich dispuesto a poner en riesgo la seguridad y el bienestar de su comunidad por conveniencias políticas? La respuesta a esta interrogante será crucial para su futuro en la política y su relación con los votantes. La ciudadanía no puede permitir que los vínculos con el crimen marquen el rumbo de su liderazgo.